Foto: Infobae

Cada gol se escuchó como un rugido de la ciudad y la misma sensación se vivió en cada rincón del país: el último penal fue un grito de desahogo que dio paso a la euforia y la fiesta popular.

En cada plaza de cada pueblo, en cada esquina importante de cada ciudad del país y, por supuesto, en el Obelisco, millones y millones de argentinos salieron a festejar y a agradecerle a los jugadores y al cuerpo técnico por tamaña alegría.

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