El 26 de diciembre ocurrió un nuevo episodio lamentable e indignante en el barrio porteño de Pompeya: una mujer se acercó con un encendedor y prendió fuego el colchón donde estaba durmiendo un joven en situación de calle, luego identificado como Jonathan. Se salvó porque un vecino que pasaba por el lugar lo despertó: sus pocas cosas no corrieron la misma suerte.
La Asamblea Popular por las Personas en Situación de Calle (APPSC) informó que sólo en 2021 hubo al menos 33 hechos de violencia y que implicaron 23 muertes en todo el país, “10 víctimas de ataques de odio y 13 por negligencia o falta de asistencia”.
“Este no es un caso aislado, hay una violencia permanente. Es permanente y las organizaciones lo vienen visibilizando. Muchas veces la violencia viene de parte de las fuerzas de seguridad, pero en los últimos años apareció un aumento considerable de violencias sociales, ejercidas por gente de la comunidad“, explicaron en diálogo con Página 12.
“Esos son los que recabamos pero seguramente hay un subregistro, porque hay casos que no llegan a conocerse. El registro busca darle forma a un montón de hechos que las organizaciones venían denunciando, transformar ese enojo en una denuncia colectiva. Pero además es un ejercicio de dignificación, de mostrar que vale la pena que esas personas sean reconocidas, que sus vidas cuentan“, resaltaron.
Y sobre la sucesión de casos en que distintos sujetos intentan o logran prender fuego a la persona en situación de calle y/o sus pertenencias, aclararon: “El uso del fuego implica quemar como a un desecho. Hay algo simbólico y a la vez muy material: quemarlo como si fuera una bolsa de basura. Esa es la valoración social que se les asigna a estas personas, que además son culpabilizadas por una situación de marginalidad extrema que es estructural“.