El cansancio y el dolor que trajo la pandemia hizo, entre otras cosas, que en cuanto buena parte de la población se encontró vacunada y con los contagios en descenso se empezaran a relajar los cuidados básicos como el uso de barbijo, el distanciamiento y la ventilación cruzada de ambientes.
Ahora con la variante Ómicron teniendo en vilo al mundo y una circulación total de la variante Delta en el país, las autoridades sanitarias vuelven a estar en alerta: dependerá del cumplimiento de estas “medidas no farmacológicas” y de que todos se acerquen a recibir sus dosis para que la cosa no empeore de manera pronunciada.
Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, en la primera semana de octubre se reportaron 874 casos de COVID-19 como promedio semanal. Sin embargo, en la primera semana de diciembre la cifra ascendió a 2.033 casos de COVID-19: un aumento del 133% durante los últimos dos meses.
Por ello, ya hay jurisdicciones que incluso tienen un riesgo epidemiológico alto, como lo son Tucumán y Ciudad de Buenos Aires. Otras 17 jurisdicciones, por su parte, han pasado a tener un riesgo medio: entre ellas están Buenos Aires, Neuquén y Río Negro.
La buena noticia dentro de este panorama es que por el momento el aumento de los casos no se tradujo en un aumento abrupto de las internaciones en terapia intensiva: los pacientes internados diariamente en unidades de terapia intensiva habían llegado a un mínimo de 570 como promedio semanal y la semana pasada se contabilizaron en 636.