El asesinato del kiosquero Roberto Sabo del último domingo desató una ola de bronca y tristeza en Ramos Mejía, incluso a pesar de la rápida detención del perpetrador del crimen y su cómplice: la sensación de desprotección y de rabia es total.
Este lunes por la tarde, una multitud de vecinos marchó los 300 metros desde el local en que perdió la vida su dueño hasta la esquina de la comisaría 2°. Sin embargo, no pudieron llegar al frente de la seccional: un vallado triple policial se los impidió. Luego de varios momentos de tensión, la cosa se desmadró: hubo forcejeos, represión y gases lacrimógenos.
📢 “Morir por trabajar: ¿hasta cuándo?”, rezaba uno de los carteles que pudieron leerse en la marcha