El 18 de septiembre de 2006, y tras declarar en distintas causas contra represores de la última dictadura militar, Jorge Julio López engrosó la lista de desaparecidos en democracia.
El albañil padeció dos desapariciones forzadas: ya había sido secuestrado el 21 de octubre de 1976 por las fuerzas de seguridad y mantenido cautivo en distintos centros clandestinos de detención y tortura hasta el 25 de junio de 1979.
Esa experiencia y su decisión de presentarse como querellante en causas que involucraban a más de 60 policías y militares en la desaparición de personas, torturas y secuestros -fue un testigo clave en la condena del represor Miguel Etchecolatz, que actualmente cumple cadena perpetua en cárcel común– le “costó” atravesar nuevamente por esa situación: el expediente que investiga qué pasó desde septiembre de 2006 acumula por el momento decenas de cuerpos y miles de fojas, pero nadie ha logrado dar con él.
La segunda desaparición desnudó que ciertos mecanismos estatales, judiciales policiales y militares siguen vigentes: la única certeza que tienen los organismos de derechos humanos es que la investigación estuvo plagada de irregularidades. 14 años después, la causa no avanza, los responsables están sueltos y López sigue faltando:
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