Aunque desde la Cancillería Argentina aseguran “no hay acuerdo”, las luces de alarma se prendieron ante la noticia de que el gobierno nacional está a punto de firmar pacto con China para producir nueve millones de toneladas de carne porcina de alta calidad en los próximos años.
Pese a que algunos creen que desde el punto de vista económico es beneficioso, desde una perspectiva sanitaria y ecológica sería un verdadero desastre: por la crisis de la “Peste Porcina Africana” (PPA), Argentina pasaría de producir entre 6 y 7 millones de cerdos por año a 100 millones.
”No queremos transformarnos en una factoría de cerdos para China, ni en una fábrica de nuevas pandemias”, es el título del comunicado firmado por artistas, activistas, periodistas y red de abogados ambientalistas que circuló en las últimas horas por las redes sociales. Allí, los expertos explican que la peste que traería el “negocio” a nuestro país “ya generó la matanza de 180 a 250 millones de cerdos chinos para evitar la propagación del virus y estiman que erradicar la enfermedad les podría demandar más de 10 años. La matanza fue de modo sumamente crueles como quemarlos o enterrarlos vivos, y eso disminuyó la producción entre un 20% y un 50%”.
? Soledad Barruti, periodista: ”Aún estamos a tiempo de dejar de entregarnos a un agronegocio suicida”.
“No podemos aceptar que, en nombre de la reactivación económica o en el altar de las exportaciones, la Argentina se convierta en una factoría de cerdos para China (o para quien sea). Los criaderos industriales de animales ilustran un modelo agroindustrial cruel e insustentable que no sólo genera focos de contaminación en el plano local y regional sino también se convierten en incubadoras de nuevos virus altamente contagiosos y, por ende, en fábricas de nuevas pandemias“, advierten los firmantes en el documento.
En esta misma línea, comparan el desastre que se podría producir con el “Programa Pura Soja” de 1996, “donde a raíz de un acuerdo de Felipe Solá, nos convertimos en los grandes alimentadores de cerdos de China a raíz del monocultivo de soja”.
“Este convenio con China nos coloca aún más lejos de la deseada soberanía alimentaria. Nuestras tierras ahora no solo estarán ocupadas por los granos transgénicos que se exportan para alimentar animales, sino también por los galpones que encierran a esos animales, que luego terminan exportándose, mientras la producción alimentaria local, de economías regionales y producción de alimentos sanos, sigue marginalizándose“, remataron.