? Por: Adriana Vanoli
En estos días se lleva a cabo el segundo juicio donde nueve mujeres son imputadas por abuso y corrupción de menores del Instituto Próvolo de Mendoza. Dos Monjas, Kumiko Kosaka y Asunción Martínezuna, la cocinera, una psicóloga y tres administrativas. En un primer juicio, en noviembre de 2019, se condenó en forma ejemplar a los curas Horacio Corbacho y Nicola Corradi y al jardinero Armando Gómez, con 45, 42 y 18 años de prisión.
Ariel Lizarraga es el padre de Daiana Lizarraga, la primera joven que denunció públicamente los abusos cometidos en el Instituto Provolo. Su denuncia fue el puntapié inicial de toda la causa.
El hombre, en medio del día del padre, cuenta a esta cronista, que se enteró con esa denuncia lo que Daiana había padecido. El no sospechaba nada, solo que notaban con su señora que Daiana se levantaba sonámbula y se quería ir de la casa: “Estaba muy rebelde, pensamos que era la rebeldía propia de sus 15 años, se encerraba, las hermanas me decían que lloraba sola”. Yo pensaba: “Hay un amor dando vueltas por ahí, algo normal para una chica de su edad. Nunca pensé que ese cambio era porque le estaba pasando algo malo. Si yo la hubiera llevado a un penal a hacer un curso, puedo pensar algo malo, pero yo la había llevado a mi hija a estudiar al mejor instituto para sordos del país, al Próvolo, en manos de curas, monjas, y psicólogas, ¿como puedo llegar a sospechar lo que le estaban haciendo a mi hija?”
Daiana fue violada en forma sistemática entre los 15 y los 16 años en el Instituto Próvolo. Hizo la denuncia el 25 de noviembre de 2016 y fue lo que permitió que la Justicia recibiera denuncias no solo de Mendoza, sino de La Plata y hasta se supo que Corradi, tenía en Verona, denuncias por abuso y violación desde 1955.
“No lo charló conmigo ni con nadie, Pidió ayuda en la Legislatura donde la recibió la Vicedirectora Laura Monteros, y la Senadora García, la asistieron y la escucharon, esto fue el día 24 y el día 25 de noviembre de 2016, se fueron a la comisaría 47 a hacer la denuncia. Allí me enteré por los medios porque me llamaron de investigaciones”: Le dijeron que su hija estaba haciendo una denuncia contra el Instituto Próvolo. “Ellos ocultaron estas aberraciones durante décadas en diferentes partes del mundo, mi hija se animó a hablar y esta lucha la hice mía. Fueron tres años duros, con muchas piedras en el camino pero se hizo justicia”
Detrás de esas condenas, hay familias que fueron sorprendidas, otras se interpelaron a sí mismas el haber confiado en una Institución, otras descubrieron sus sospechas y comenzaron un camino de búsqueda de justicia y reparación a tanto daño sobre niños, niñas y adolescentes hipoacúsicos.
Paola Gonzalez, mamá de una sobreviviente de abuso eclesiástico por parte de los Curas del Instituto Próvolo en Mendoza. Su hija estuvo siete años y habló con el diariodebuenosaires.com
La niña ingresó en el Instituto Religioso en 2010, cuando tenía 6 años. Paola es su mamá adoptiva. La madre biológica, sufría una discapacidad intelectual severa. Paola la cuidó hasta su muerte y se hizo cargo de la niña. Por consejo del CONIN Mendoza, y Minoridad del Municipio, se decidió que la nena quede pupila en el Instituto Provolo para su educación, “Todos actuamos de buena fe”, dice Graciela, “Era el mejor lugar para una niña con las características de mi hija, decían que eran lo mejor en educación, y clase A en tratamientos”.
“Mi hija llegaba los viernes al mediodía o a la tarde, empezamos a ver que venía rara, agresiva, llorosa. Mostraba conductas que antes no tenía, Cuando llegaba la noche se tranquilizaba porque sabía que iba a dormir en su casa”, dice Paola que una vez, vio sangre en la bombacha de la nena cuando llegó a su casa, y ella todavía no menstruaba, pidió reuniones con directivos y profesionales del Instituto Próvolo, para tener alguna explicación. La atendíeron a ella sola, hasta ese momento creía que hacían una excepción con ella porque trabajaba mucho y no podía ir a las reuniones. Habló de los cambios en su hija con equipos de sicólogos, sicopedagogos, terapeutas, en privado. “No era por mis horarios, era que todos los padres tenían esas reuniones a solas con el personal del Próvolo”. Al episodio de la bombacha manchada de sangre de la nena, le respondieron que entre nenas se prestaban y se cambiaban. “Para ellos, siempre los conflictos pasaban en el entorno familiar, jamás era allá”.
En las reuniones anotaban lo que se hablaba en Libros de Actas, pero las cosas más delicadas, las anotaban en otros libros. En los allanamientos en el Próvolo, cuanta la mujer, encontraron estos cuadernos paralelos donde estaban todas las quejas graves que hicieron los padres, “Estaban ocultos, como también estaban ocultas algunas computadoras, las cadenas, sabanas y todo el infierno que vivieron nuestros hijos”. Al transcurrir el tiempo, y no tener respuesta, Paola se vinculó con otras familias y se dieron cuenta que a todos los padres les decían lo mismo, que sus hijos eran los del trastorno conductual, “Que nuestros hijos eran los agresivos y que en el seno del hogar era donde sucedía algo”.
Paola fue de las madres que declaró en 2019, cuando ya hacía tres años que la justicia reunía información sobre los abusos cometidos en el Instituto de Mendoza. “Ese día que yo declaro, la envían a mi hija a una cámara Gesell, porque era menor, era un martes, ahí se dan cuenta que no entiende nada en lengua de señas, entonces por su reacción los psicólogos aconsejan que le hagan un examen, y ese mismo se comprobó que mi hija había sido abusada”
Cuando el médico forense se lo dice, Paola no quiso llorar delante de la joven. “Quise poner mi dolor en la lucha, nos unimos con más madres también de chicos y chicas abusadas, y fue luchar contra un monstruo, la parte de la iglesia que ocultaba todo esto tan macabro, pero también tuvimos que luchar contra la ausencia del Estado”. La familia de Paola, siempre estuvo en contacto con Organizaciones sociales y benéficas, y eso la impulsó a crear con otras familias, el Colectivo por la Restitución de los Derechos de los Sobrevivientes del Próvolo. “Se llegó a una condena ejemplar, eso es lo que fue. Una lucha vista por el mundo entero que fue coronada con dicha condena, Ahora viene la otra parte, y esperamos que también se haga justicia”.
En esta segunda etapa del juicio se siente optimista, “vamos a pedir que no haya impunidad para estas monjas Kumiko Kosaka y Asunción Martínez, la responsable legal, Graciela Pascual, y las otras imputadas. Vamos a luchar para que sea una justicia contundente y efectiva como la primera. La Monja Kosaka, ocultaba violaciones con pañales, ella sabía todo lo que pasaba. Las nueve mujeres ocultaron todo”
En lo particular Ariel dice que no está conforme en tener un juicio virtual o por pantalla, como el vigente, con esta modalidad los chicos sordos, como su hija, están como “cero a la izquierda” “Estamos en condiciones de inferioridad de esta manera, en forma presencial uno puede defenderse, no olvidemos que tres jueces dejaron en libertad a la Responsable legal Graciela Pascual”. Prefiere que se concrete para octubre y con el protocolo que corresponda por la pandemia.