La noticia estalló en las redes sociales pero antes había corrido como reguero de pólvora en uno de los barrios más vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires: la Villa 31.

Ramona Medina, la cara visible del reclamo a las autoridades del gobierno porteño y de AYSA por la falta de agua en plena pandemia de coronavirus y brote de dengue, falleció este último domingo: pasó varios días internada e intubada luego de contraer el COVID-19 hasta que su cuerpo no aguantó más.

La mujer era insulino-dependiente, tenía una hija diabética, un suegro con problemas coronarios y una hija en silla de ruedas que requiere oxígeno, porque tiene síndrome de West y síndrome de Aicardi.

Apretando los dientes, golpeando el teclado, mordiendo la rabia y escupiendo lágrimas, nos toca escribir ahora esta mierda, para gritar todo eso que Ramona ya gritó. No vamos a parar, ¡hasta que paguen los responsables!”, subrayaron desde la organización “La Garganta Poderosa” en sus redes sociales.

Como si esto fuera poco, el nuevo coronavirus también le quitó la vida a otro referente de la comunidad: Víctor Giracoy, conocido como “Oso”. Era diabético, sufría obesidad y desde hace más de 25 años llevaba adelante las tareas del comedor “Estrella de Belén”.

? ¡RABIA Y TRISTEZA EN LA VILLA 31!

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