El lunes por la tarde empezaron a caer fuertes lluvias en Río de Janeiro pero nadie imaginó lo que se vendría: calles anegadas, viviendas llenas de agua, vehículos flotando por distintas arterias y caos.
Las autoridades locales le pidieron encarecidamente a la población que se quede en sus casas o que solo se movilicen en caso de “extrema necesidad” debido a que el pronóstico indica que seguirá lloviendo.
Marcelo Crivella, alcalde de la ciudad, señaló: “Esta lluvia es completamente atípica. Siempre tenemos la previsión de lluvias fuertes, pero no con esa intensidad“. Ante esta situación, se decidió también el cierre de escuelas municipales.
Hasta el momento hay ocho muertos: en algunas zonas las “sirenas de emergencia” no sonaron, como en la favela de Babilonia, en una colina detrás del conocido Pan de Azúcar. Sólo en ese lugar el desprendimiento de tierra causó el deceso de dos mujeres.