“Voy a firmar una emergencia nacional para conseguir fondos para el muro porque estamos hablando de una invasión de nuestro país con drogas, con tráfico de personas, de pandillas y eso es inaceptable”, aseguró, sin medias tintas, el presidente norteamericanoo desde la Casa Blanca.

Luego de semanas de tironeos con el Congreso de los Estados Unidos por la partida presupuestaria para su financiación, Donald Trump decidió “cortarse solo”: el mecanismo de “emergencia nacional”, amparado en una supuesta “crisis humanitaria” es el último recurso al que puede echar mano unilateralmente.

Para poder llevarlo a cabo estiman que deberán destinar un total de 8.000 millones de dólares: se presume que desviarán fondos de los Departamentos de Defensa y del Tesoro para avanzar en su construcción.

La decisión presidencial despertó inmediatamente un amplio espectro de indignación, recorriendo (casi) por igual a buena parte de los congresistas y representantes demócratas y republicanos que lo describieron como un liso y llano “abuso de poder”.

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