Pasó algo de agua bajo el puente y decidió romper el silencio: tras el mal paso por el Mundial de Rusia 2018, el ex entrenador “albiceleste” habló del año tortuoso al frente del equipo.
“La mochila que tenía este grupo era demasiado pesada, estábamos todos empujados a un camino de obligación en la que era difícil hacer surgir el talento“, apuntó en primer lugar Jorge Sampaoli, al explicar las causas de la debacle futbolística.
“Yo creo que preparamos muy bien el Mundial, pero luego la Copa en sí no fue tan buena, obvio. Debíamos tener equilibrio para que la obligación de ganar que tenía el jugador argentino no generara más ansia. Cada partido era casi un sufrimiento“, prosiguió.
En relación a las “crisis internas” que los sacudieron durante su estadía en Rusia: “Toda reunión era para aportar. Fue un momento muy complejo. Todo lo externo se nos metió en la concentración. Pero todo se hacía para ayudar, para mejorar, para intentar ser, y no solo estar. Nos invadió la inmediatez, la necesidad”.
“El problema no son las reuniones, el problema es que las reuniones se vuelvan públicas. Los jugadores de Argentina del 86 se reunían constantemente, pero nos enteramos 20 años después de que salieran campeones. Yo creo filosóficamente en la participación y en el compromiso. En el fútbol y en la vida. Nos juntamos para buscar soluciones y, si eso termina en el living de las casas porque la televisión lo cuenta o en la pantalla de un celular por una red social, ocurre lo contrario. En este contexto, lo peor sería que pasáramos a juntarnos para destruir o que nos volviéramos escépticos hacia los otros”, añadió.
Sobre Javier Mascherano, su rol preponderante y su inclusión en la “mesa chica” de las decisiones: “Yo lo tomo como una decisión honesta en pos de que Argentina prosperase como grupo. Busqué todas las maneras para involucrar al grupo, para tratar de que el jugador se sacase la mochila de no ganar, esa ansiedad que les impedía desarrollarse individual y colectivamente. Una cosa era los entrenamientos, que eran de un nivel altísimo, y otra los partidos, donde no podíamos sostener ese nivel de juego”.
En torno a Lionel Messi, apuntó: “Fue increíble entrenarlo, sobre todo por verlo tan comprometido, sufriendo mucho cuando no se ganaba. El mejor jugador de la historia estaba muy comprometido. Leo sufría como ninguno la imposibilidad de ser. Le pesaba como al que más no haber podido trascender grupalmente”.
“Tener al mejor del mundo en tu equipo te obliga a una exigencia máxima. Y el resto debemos estar a su altura. Pero a veces se puede, y a veces no se puede. Y en esa lucha estábamos todos los días. Tener a Leo te obliga a no tener margen de error a la hora de ganar. Imagínese a Messi, que viene de una estabilidad muy grande en su club de España. Allí maneja los tiempos… y llega a su país, Argentina, y tiene que ganar como sea, con una histeria colectiva muy grande. Así no se puede. Y si no gana, sabe que se le vienen muchas críticas. Así no se puede ni jugar ni disfrutar”, remató.
“Para el próximo Mundial o Copa América hacen falta organización, confianza ilimitada y saber que todo requiere un proceso. Es decir, si no se gana la Copa América, hay que mantener el proceso, no romperlo. Ya basta de esta locura de que si no ‘ganás’, ‘sos’ un perdedor. Y no es así: si se cree, se puede ganar aunque sea más tarde. Pero hay que creer”, concluyó.