El lunes 13 de noviembre de 2017, el submarino ARA San Juan zarpó desde Ushuaia con destino a la base naval de Mar del Plata: dos días después, el miércoles 15, se perdió contacto con la nave, luego de una comunicación a las 7.30.

Ya pasaron cuatro meses y nada se sabe del submarino ni de sus 44 ocupantes: aunque se presume su fallecimiento por la cantidad de días que pasaron bajo el agua y hay decenas de teorías en torno a lo que podría haber pasado, no hay mayores certezas.

Su última posición conocida fue a la altura del Golfo San Jorge, 432 km mar adentro. El submarino se encontraba al borde de la plataforma continental, donde la profundidad del océano desciende hasta los 4000 metros.

La principal hipótesis en torno a la ocurrido es la siguiente: el día de la desaparición, el capitán del submarino informó una avería en el sistema de baterías. El ingreso de agua de mar a través de la tubería del snorkel ocasionó un “cortocircuito y principio de incendio” en las baterías y dejó fuera de servicio a un grupo de baterías ubicadas en la proa.

⚓ Gráfico: La Nación

A mediados de febrero, el gobierno oficializó a través del Boletín Oficial la suma que ofrecerá “como gratificación” para los que ayuden fehacientemente a dar con su paradero.

En esta línea, informaron que, dentro del país, entregarán $98 millones de pesos “a aquellas personas quienes, brinden información y datos útiles que permitan dar con el paradero y la ubicación precisa” de la nave.

Pese a las dudas que se generaron entre los familiares de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan a comienzos de año, las tareas de búsqueda se siguen desarrollando día a día.

El buque ruso Yantar todavía se encuentra barriendo el área y el buque científico Víctor Angelescu se sumó a fines de febrero a las tareas para dar con la nave. El mismo cuenta con una “ecosonda multihaz para mapheadeo del fondo oceánico en profundidades de hasta mil metros, con buena definición, y equipo oceanográfico de última generación”.

Asimismo, se crearon dos cuentas bancarias para traer tecnología de afuera, una en pesos y otra en dólares, para ayudar con las tareas de rastrillaje.

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