Hace algunos meses atrás, cuando la primer ministra británica decidió llamar a elecciones anticipadas en función de obtener un triunfo rotundo para demarcar la cancha al laborismo y, fundamentalmente, a los conservadores de su propio partido de cara a las negociaciones por el #Brexit, nunca imaginó estar en esta situación.

A un día de los comicios generales, varias encuestas dan una paridad inusitada entre Theresa May y Jeremy Corbyn, minando su autoridad aunque finalmente termine obteniendo un triunfo holgado.

El ataque terrorista en Londres, sumado al del “Manchester Arena”, dejaron tambaleando a la primer ministra en lo que respecta a materia de seguridad. Por ello, uno de sus últimos movimientos fue endurecer su discurso antiterrorista.

“Puedo decirles algunas cosas que haremos: mayores sentencias a prisión para aquellos que fueron condenados por ofensas terroristas. Le haremos más fácil el trabajo a las autoridades para que puedan deportarlos a sus países”, apuntó May.

“Impondremos mayores restricciones a la libertad y al movimiento de los sospechosos de terrorismo, especialmente cuando tengamos evidencia de que pueden ser una amenaza pero no tanta como para juzgarlos en la corte. Y si las leyes de derechos humanos nos impiden hacerlo, entonces cambiaremos las leyes”, remató.

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