Tailandia está que arde: la decisión del gobierno de “limpiar” las principales calles de Bangkok en pos de mejorar “el orden y la higiene” y vaciarla de los ya típicos puestos callejeros que llenan el ancho y largo de sus caminos divide a la población local.
“Todos los tipos de puestos, incluyendo ropa, artículos falsificados y puestos de comida, estarán prohibidos en las principales carreteras de la ciudad”, sentenció Walop Suwandee, principal asesor del gobernador de la capital.
Al igual que Horacio Rodríguez Larreta, el funcionario tailandés aseguró que lo que quiere el gobierno es “devolverle las veredas a los peatones” y que “no habrá marcha atrás”.
Las críticas y el rechazo de la medida no estuvieron sólo en boca de los comerciantes que serán desplazados: empresarios del turismo, chefs y hasta los propios turistas también pusieron el grito en el cielo porque la industria de la comida callejera mueve millones y es uno de los principales atractivos de la ciudad.
Durante décadas, Bangkok es una de las capitales más visitadas del mundo y, por supuesto, constituye un lugar clave para los amante de la cocina. De hecho, ha ganado por segundo año el premio de la “CNN” a “mejor comida callejera del planeta”.
Estudios no gubernamentales sitúan en 400.000 a las personas que trabajan vendiendo por las calles de la capital tailandesa. “Suprimir la venta callejera es como despojarse de nuestra cultura”, sentenció Chiwan Suwannapak, trabajador de la industria del turismo local.