Los datos que brindó el Ministerio de Salud de la Nación alertan sobre los déficits en la prevención del virus y en el combate contra el mosquito.

dengue

El 2009 era el marco de referencia para medir la actual epidemia de dengue: los casos, las muertes y la cantidad de personas infectadas superaron ampliamente las estimaciones.

El Ministerio de Salud confirmó que la epidemia de dengue del 2016 fue la peor de la historia. Hubo un 53% más de casos autóctonos que en 2009 y se duplicó la mortalidad con respecto a esa ola de hace siete años: murieron 11 pacientes con dengue contra los cinco que fallecieron hace siete años atrás.

Según las autoridades, se notificaron 76.803 casos en las 24 provincias: se confirmaron 43.888 de esos casos, con apenas un 3,5% de infecciones importadas. Las provincias más afectadas fueron Misiones y Formosa, pese a que esta última intentó ocultar los índices.

Aunque no hay transmisión local del virus desde fines de junio último, clínicas y hospitales se encuentran todavía atendiendo a pacientes que adquirieron la infección durante un viaje.

Dengue II

“Estas enfermedades están entre las áreas de Salud y Ambiente. Cuando uno mira cómo se organiza el tema de salud y el tema de ambiente, muchas veces las instancias gubernamentales están muy separadas. Y de repente Salud se relaja porque consigue que Ambiente pase con un camión fumigando. Entonces lo que parece probable es que necesitemos a futuro una mayor integración entre salud y ambiente siguiendo como trazador todas las enfermedades que se transmiten por vectores”, advirtió en su momento Mario Rovere, ex viceministro del Ministerio de Salud de la Nación, a “MU”.

No son pocos los actores que señalan estas conexiones: los “Médicos de Pueblos Fumigados” intervinieron en la discusión sobre el zika y el dengue: ponen en foco su origen, la forma en que se expande y los modos de controlar la epidemia.

“Fumigar masivamente con aviones como se está evaluando por parte de los gobiernos del Mercosur es criminal, inútil y una maniobra política para similar que se toman medidas. La base del avance de la enfermedad se encuentra en la inequidad y la pobreza y la mejor defensa pasa por acciones basadas en la comunidad”, apuntaron.

Incluso trabajadores de cooperativas de villas y asentamientos indicaron la peligrosidad de la inacción gubernamental en esos sectores:  “La campaña contra el dengue en las villas son unas pocas acciones aisladas y descoordinadas. Faltan repelentes y tules para evitar el contagio”, aseveró Marco Ramal, legislador por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT). “Las insuficiencias están a la vista: el centro de salud está saturado, no se hacen operativos de prevención por manzana y desde el Ministerio de Salud mandaron sólo 60 repelentes para cuarenta mil personas”.

“Esta epidemia pone de manifiesto las consecuencias de la negativa oficial a avanzar en la urbanización de las villas. La ausencia de agua de red obliga a las familias a acumular agua en recipientes, lo que produce focos de proliferación del mosquito. (…) El gobierno se justifica diciendo que no es una enfermedad letal porque la gente con dengue se recupera. Pero si una persona que tuvo dengue lo contrae nuevamente tiene mayor probabilidad de contraer la versión hemorrágica y mucho más peligrosa. O sea que el año que viene podemos estar hablando de una epidemia mortal”, remató.

Tal cual señalan los especialistas, la del 2016 puede haber sido tan sólo una advertencia: ¿se implementarán otro tipo de medidas preventivas y campañas de cara al 2017 o todo se reducirá a seguir fumigando con mayor intensidad?

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