La tecnología, la memoria y lo lúdico se cruzan en una nueva polémica: legisladores quieren prohibir el “Pokémon Go” en los ex CCDT.
Los diputados Pablo Ferreyra y Lorena Pokoik presentaron un escrito en la Legislatura porteña para que se tomen cartas en el asunto y se prohíba el funcionamiento del juego de realidad aumentada, “Pokémon Go”, en ciertos ámbitos sensibles como los ex CCDT y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).
“La idea es preservar la dignidad, importancia y significación histórica de los Sitios de Memoria del Terrorismo de Estado ubicados en la Ciudad de Buenos Aires”, aseveraron en el escrito.
“Aquellos lugares donde miles de personas sufrieron y fueron víctimas del terrorismo, ya sea perpetrado por el Estado o por criminales internacionales, son lugares de reflexión y memoria que deben ser debidamente respetados y honrados. No resultan ser los espacios más adecuados para el funcionamiento de un juego o una aplicación.”, sentenciaron los legisladores.
La polémica en torno a si es o no pertinente jugar en este tipo de sitios y lugares de memoria está instalada en distintas partes del mundo.
Hace algunas semanas atrás, el Museo Nacional Auschwitz-Birkenau, en Polonia, comunicó su decisión de prohibir a sus visitantes jugar en el recinto del antiguo campo de exterminio nazi: “Es irrespetuoso por múltiples cuestiones”, afirmaron las autoridades del lugar. Los mismos pasos siguió el Museo Estadounidense Conmemorativo del Holocausto(USHMM), ubicado en Washington.
En Japón, la empresa Niantic Labs tuvo que quitar al memorial en honor a las víctimas de la bomba atómica de Hiroshima como “PokeParada” y remover a todas las “criaturas virtuales” que allí se encontraban. “Estamos aliviados. Consideramos el parque como un lugar sagrado donde podemos rezar por quienes murieron en el bombardeo”, sentenciaron los responsables del sitio.
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— Diario BA (@diariodeBA) 8 de agosto de 2016
En 2013, Juan Cabandié le salió al cruce a Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, quien había criticado el uso que le daban ciertos organismos de DDHH y partidos políticos a la ex ESMA. “Me da una alegría tremenda que haya asados y murgas. Los lugares hay que resignificarlos, darles vida y apostamos a eso”, había argumentado el ex funcionario y militante de H.I.J.O.S.
¿Qué diferencia al “Pokémon Go” de un baile de una murga? ¿Cuáles son los criterios que legitiman ciertas prácticas y, al mismo tiempo, prohíben otras en estos espacios? ¿Quienes tienen la última palabra?
Más allá de lo trivial que puede resultar el asunto a primera vista, la disputa por los usos sociales de este tipo de lugares siempre estará abierta y la discusión está lejos de estar caduca. Aunque en este tema probablemente habrá consenso en todo el espectro del movimiento de derechos humanos y en los distintos partidos políticos, el “Pokémon Go” sirve para volver a poner en entredicho la naturalización de algunos espacios y tránsitos incómodos que tocan fibras sensibles de la sociedad.