El desfile militar del “Bicentenario” parece haber envalentonado a quienes esgrimen viejas grillas de lectura para justificar los crímenes de lesa humanidad y una “reactivación” de las FFAA.

Desfile

Ya es moneda corriente, al menos desde fines del 2015: uno de los diarios más importantes del país vuelve a hablar de “guerra antisubversiva” en un editorial sin firma y pide trato judicial “simétrico”, “reconciliación” y la superación de los “sentimientos antimilitares”.

“La realización de desfiles en conmemoración del Bicentenario de nuestra Independencia fue un indicio de la reubicación de las Fuerzas Armadas en la consideración oficial y probablemente también social. En palabras del ministro de Defensa, Julio Martínez, al anunciar el evento: ‘En el gobierno anterior hubo maltrato, persecución y falta de respeto a nuestras Fuerzas Armadas, a las que tenían escondidas’. (…) Es todavía prematuro asumir que la realización de los importantes desfiles realizados el fin de semana último y esas palabras del ministro sean el comienzo de un proceso de recuperación del sistema de defensa. Las severas limitaciones presupuestarias que debe enfrentar el gobierno de Mauricio Macri se contraponen con la necesidad de inversiones en un aparato militar desmantelado”, se lee en el escrito.

Desfile II

A continuación, el editorial argumenta que desde 1983 se viene produciendo una “política de desarme” que no ha sido declarada formalmente y sin tener en cuenta “las implicancias” de ello: “Cualquier voz señalando esa falencia sería mal considerada políticamente y sospechada de defender “represores” o de alimentar intenciones golpistas. Si el propósito sigue siendo mantener desarmadas las fuerzas para asegurar que no haya golpes militares, ello significaría después de 33 años otro grave problema de madurez institucional. El acatamiento militar a las autoridades de la Constitución debe entenderse como un hecho ya consolidado”, advierten.

Ya en el último párrafo, el o los redactores del mismo se desatan: una vez más, detrás de argumentos que podrían ser tenidos en cuenta o considerados tranquilamente – sin dudas el rol de las FFAA es un tema abierto y cuya discusión en un marco democrático es más que necesaria – aparecen las puntas de lanza del negacionismo, la “teoría de los dos demonios” y distintas explicaciones pro-militares de los crímenes cometidos durante la última dictadura cívico militar.

“Se impone una completa revisión de la política de defensa que debería sustentarse en una discusión que se inicie con la decisión de contar con fuerzas armadas. Salvado esto, el marco de un programa consensuado debe incluir la reconciliación y la superación de los sentimientos antimilitares que han motivado no sólo el deterioro defensivo que exponemos en este editorial, sino también un tratamiento judicial asimétrico y claramente violatorio de los principios de la justicia en el tratamiento de los hechos de la guerra antisubversiva que nuestro país vivió en los años setenta”, rematan.

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