El clérigo chiíta Nimr al Nimr fue ejecutado en Arabia Saudita el sábado junto a otras 46 personas por cometer “actos terroristas”. Irán niega las acusaciones.
Nimr al Nimr fue condenado a muerte en octubre de 2014 bajo acusación de cometer “actos terroristas” y fue ejecutado el último sábado.
Ese mismo día, el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, afirmó que, en realidad, el clérigo chiíta había sido ejecutado por su oposición a los gobernantes sunitas saudíes. Tras dos días de protestas en la capital iraní, manifestantes irrumpieron en la embajada saudita en Teherán y la prendieron fuego.
A partir de allí la tensión entre ambos países fue escalando: el ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, Adel al Jubeir, les dio a los diplomáticos iraníes un plazo de 48 horas para salir del país y confirmó la evacuación e los suyos de Irán tras acusar al país vecino de distribuir armas y plantar células terroristas en su territorio.
Inmediatamente, y pese a los pedidos de Estados Unidos y Rusia de bajarle el tono al conflicto, Bahrein y Sudan siguieron el mismo camino que Arabia Saudita y tensaron las relaciones diplomáticas con las autoridades iraníes.
“Arabia Saudita basa su existencia en la continuación de las tensiones y los enfrentamientos e intenta resolver sus problemas internos exportándolos al exterior”, replicó Jaber Ansari, portavoz gubernamental, desde Irán. “Sin lugar a dudas, el injusto derramamiento de la sangre de este mártir inocente, actuará de forma rápida y los políticos saudíes se enfrentarán a un castigo divino”, advirtieron.