La revista satírica emitió un nuevo número un día antes de que se cumpla el primer aniversario del ataque de los hermanos Kouachi contra la redacción: una docena de caricaturistas, periodistas y trabajadores fueron asesinados.

Un hombre toma una copia de la última edición del semanario satírico Charlie Hebdo, con el título "Un año después, el asesino aún está prófugo", en un kiosco en Niza, Francia, 6 de enero de 2016. El periódico del Vaticano criticó al semanario satírico francés Charlie Hebdo por llevar en su portada una caricatura de Dios como un asesino que porta un fusil Kalashnikov, que calificó de "lamentable" e irrespetuosa con fieles de todos los credos. REUTERS/Eric Gaillard

“Nunca habíamos tenido tantas ganas de partirle la cara a todos los que soñaron con nuestra desaparición”, sostuvo Laurent Sourrisseau, más conocido como Riss, ante la prensa.

El fue herido durante el ataque de los hermanos Kouachi el 7 de enero del 2015: esa mañana, Stéphane Charbonnier (“Charb”), Jean Cabut (“Cabu”), Georges Wolinski, Bernard Verlhac (“Tignous”) y Philippe Honoré (“Honoré”), entre otros, cayeron bajo las balas de los extremistas.

“Ahora, si no tenemos una amenaza de muerte es que el dibujo no es bueno”, bromeó el director de la revista satírica. “Ahora hay nueva forma de violencia mentak. Al amenazarnos, los terroristas nos quieren reducir al silencio. Sin embargo, lo que queremos más que nunca es dibujar”, señaló.

“Hemos pasado por todos los sentimientos: el duelo, la tristeza, el enfado. Las cosas nos superaron un poco. El dinero puede que hiciera perder la cabeza a algunas personas en la redacción pero nunca dejamos de bromear”, comentó la dibujante “Coco”, otra de las supervivientes del ataque. “No hay semana que no hablemos de los colegas muertos. Eso nos da un poco de pena pero también nos da fuerza para continuar”, sentenció.

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