Luego de que alrededor de 63 mil refugiados llegaran a la ciudad de Múnich en las últimas semanas, Alemania decidió restablecer los controles en sus fronteras.
Según lo anunciado por el ministro del Interior alemán, Thomas de Maiziére, “los demandantes de asilo deben entender que no pueden elegir los Estados en los que buscarán protección”.
De esta manera, y ante la prensa, el político confirmó que “Alemania introduce provisionalmente controles en sus fronteras, en particular con Austria, para limitar las entradas actuales y volver a los procedimientos normales”.
Poco a poco, la crisis refugiados comienza a hacer mella en las políticas pilares de la Unión Europea: la decisión del país bávaro de cancelar unilateralmente el tratado de libre circulación de Schengen, impuesto en 1995, apunta en esa dirección.
De ahora en más, advirtieron desde Berlín, todos aquellos refugiados que fueron registrados en algún otro país de la Unión Europea (UE) – ya sea en Grecia o Italia tras cruzar el Mediterráneo o al pasar por Hungría o Austría – deberán volver a ese territorio al ser identificados por algún policía. Según el Acuerdo regional de Dublín, el que vuelve a reflotar la primera ministra Merkel, estos deberán pedir formalmente asilo político en los países de entrada.
En las próximas horas tendrá lugar la cumbre de ministros del Interior de la Unión Europea en Bruselas, donde volverán a verse las caras los Estados más reticentes a aceptar la llegada de migrantes a sus territorios. El mensaje de Alemania, en este sentido, es claro: o todos los países miembro se comprometen a aceptar las distintas cuotas de refugiados para repartir el peso de la crisis migratoria o cada uno quedará librado a su suerte.