La estación de Keleti, en Budapest, supo ser una de las construcciones más modernas de Europa. Luego de ser utilizada por los nazis como punto de partida de cientos de trenes con destino a Auschwitz, ahora es el epicentro de la crisis migratoria que sacude a la Unión Europea.

Budapest, Festnahme von Juden

Luego de cinco, diez o quince días de caminar sin agua ni comida, de ser robados por traficantes de personas o criminales de segunda línea, de arriesgar su vida en las aguas del mediterráneo o en bosques europeos, de sortear los alambres de púa y los nuevos muros fronterizos; miles de refugiados – en su mayoría sirios – se encuentran cara a cara con la estación de Keleti.

El edificio, diseñado por Gyula Rochlitz y János Feketeházy, fue construido en estilo ecléctico entre 1881 y 1884, transformándose en una de las estaciones de trenes más modernas de Europa de la época. No obstante, las vueltas de la Historia han puesto en dos oportunidades a la principal estación ferroviaria de Budapest como foco de condensación de procesos histórico-políticos de largo alcance.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la estación de Keleti fue uno de los principales puntos desde donde los nazis – junto al cómplice régimen nacionalista húngaro que estaba por ese entonces en el poder – enviaban a judíos a Auschwitz-Birkenau: medio millón fueron transportados en sólo seis meses y murieron luego en suelo polaco. 

Keleti

Casi setenta años después, volvió a convertirse en el infame testigo ocular de uno de los mayores desplazamientos de personas de la historia de los últimos tiempos.

A falta de otro lugar donde ir, sin dinero, con la esperanza puesta en Alemania o Austria y varios miles de kilómetros dolorosos a sus espaldas; más de tres mil refugiados se encuentran durmiendo en las puertas de la estación en una suerte de campamento de refugiados improvisado y precario.

Luego de ser repelidos por la policía húngara y ser echados de su interior, no les quedó más que acampar en los alrededores a la espera de encontrar un resquicio hacia el oeste de Europa.

Mientras tanto, los principales líderes del “Viejo Continente” hacen cuentas entre sí y se pelean por el número de migrantes que dejarán ingresar en sus países.

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