A migrant's family creeps under a barbed fence near the village of Roszke, at the Hungarian-Serbian border on August 27, 2015. As Hungary scrambles to ramp up defences on its border with Serbia, refugees continued to surge into the country in record numbers, police figures confirmed. AFP PHOTO / CSABA SEGESVARI

El mayor movimiento migratorio desde la Segunda Guerra Mundial se encuentra, en mayor medida, compuesto por iraquíes, sirios, afganos y eritreos.

A migrant's family creeps under a barbed fence near the village of Roszke, at the Hungarian-Serbian border on August 27, 2015. As Hungary scrambles to ramp up defences on its border with Serbia, refugees continued to surge into the country in record numbers, police figures confirmed. AFP PHOTO / CSABA SEGESVARI

La estación de Keleti, en Budapest, es hoy en día el principal foco de conflicto: más de tres mil refugiados – en su mayoría sirios – se encuentran varados, impedidos por las autoridades húngaras de proseguir su viaje hacia Alemania o Austria.

Este jueves por la mañana, los policías que mantenían cerrada la estación desde el último lunes decidieron retirarse, por lo que muchos refugiados pudieron ingresar. El único tren que partió hasta el momento, de Budapest hacia Sopron (ciudad que se encuentra en la frontera con Austria), fue detenido una hora más tarde en el pueblo de Bicske por miembros de la policía antidisturbios.

Allí comenzó la desbandada y el temor: las autoridades le ordenaron a todos los inmigrantes que bajaran del tren, sin dar mayores precisiones sobre lo que harían con ellos. No obstante, y ante la posibilidad de ser llevados a un campo de refugiados que se encuentra a poca distancia, decidieron desoír sus pedidos, intentando quedarse dentro de la formación: tras forcejeos con la policía, sin agua ni comida, alrededor de 300 migrantes siguen ahí varados.

Refugiados II

Inmediatamente, la compañía estatal ferroviaria de Hungría (MÁV) informó que “hasta una nueva decisión” desde Budapest no parten trenes con destino al oeste de Europa. Además, el gobierno decidió darle un nuevo impulso a la construcción de un muro de cuatro metros de alto que los separará de Serbia y anunció que, mientras tanto, Tropas Especiales del Ejército se harán cargo del control en la frontera para evitar la entrada de más refugiados.

Los migrantes no quieren quedarse en Hungría, más allá de la reticencia y hostilidad de sus gobernantes, así como tampoco en Macedonia o Serbia debido a la inestabilidad económica y la poca prosperidad que le auguran: dejaron todo tras de sí y la única ilusión que tienen está depositada en la búsqueda de un futuro mejor, sin sobresaltos.

“Por favor, ayuden a los sirios. Los sirios necesitan ayuda ahora. Simplemente paren la guerra y no querremos ir a Europa. Paren la guerra en Siria”, pidió Kinan, refugiado de solo 13 años, en las puertas de la estación de Keleti.

Pese a la conmoción mundial por la muerte de Aylan Kurdi – niño sirio de 3 años que fue encontrado muerto en las playas de Turquía luego de ahogarse con su hermano de 5, Galip, y su madre, Rehan, mientras intentaban cruzar a la isla griega de Kos – y la indignación mediática, la solución está lejos de encontrarse a la vuelta de la esquina.

Refugiados III

David Cameron, primer ministro inglés, reforzó el miércoles su idea de no dejar entrar al Reino Unido más inmigrantes: “No vamos a lograr nada aceptando más y más refugiados”.

“Miles de víctimas fallecieron desde principios de año. La Unión Europea debe actuar de manera decisiva y conforme a sus valores”, subrayaron, en contraposición, la primer ministra alemana, Angela Merkel, y su par francés, Francois Hollande.

Pese a las declaraciones públicas y el reforzamiento constante de la idea de una “Europa abierta”, la gestión de la crisis migratoria aún tiene férreamente dividido al bloque de los 28 países que componen la Unión Europea.

Sin saber exactamente qué hacer con tantas miles de personas, cada Estado viene respondiendo a la problemática como quiere y puede, agravando aún más la situación de los refugiados y tiñendo sus vidas de mayor incertidumbre.

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