En la lectura del anticipo del veredcito, los jueces absolvieron por el “beneficio de la duda” al policía Gustavo Rey, acusado de asesinar a Franco Almirón y Mauricio Ramos en febrero de 2011 en lo que se conoce como “Masacre de la Cárcova”. Gustavo Vega, el otro policía juzgado, fue condenado por los escopetazos a Joaquín Romero, que sobrevivió.

Familiares La Cárcova

La lectura del anticipo del veredicto por la “Masacre de la Cárcova”, llevado adelante por los jueces  Gustavo Garibaldi, Mónica Carreira y María del Carmen, decantó lo que sucede cada vez que las causas judiciales se entrecruzan con crímenes policiales y criminalización de los sectores pobres: la consolidación de la impunidad.

El viernes pasado, cuando minutos después de las siete de la tarde el tribunal anticipó parte de la sentencia que se conocerá en su totalidad el próximo 26 de marzo, fue sólo un capitulo más que agregar a la extensa lista de crímenes por gatillo fácil que no encuentran a los responsables en la maraña política, policial y judicial en la que se ven envueltos.

Esta vez, decidieron por unanimidad absolver al policía Gustavo Rey, acusado por el homicidio de Franco Almirón y Mauricio Ramos, otorgándole “el beneficio de la duda”. Por otra parte, condenaron a otro policía, Gustavo Vega, por herir a escopetazos a Joaquín Romero, amigo de los chicos asesinados y sobreviviente de la “Masacre de la Cárcova”.

Desde la puerta de Tribunales, la fiscalía y los abogados de las familias – que pidieron prisión perpetura para Rey y quince años para Vega – aseguraron que trabajarán para demostrar en la instancia superior que hay pruebas suficientes para condenar a ambos policías. “Vamos a hacer un recurso y a continuar apelando en instancias superiores”, aseguró la fiscal Ana Armetta a Infojus Noticias.

Lo que pasó aquel 3 de febrero de 2011:

Alrededor de las 14.30, descarriló un tren carguero de la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA) que transportaba treinta y dos vagones con alimentos y autopartes frente al barrio popular La Cárcova, en la localidad bonaerense de José León Suárez.

Según detalló el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), Franco Almirón, de 16 años, Mauricio Ramos, de 17, y Joaquín Romero, de 19, habitantes del barrio La Cárcova, se dirigían en sus bicicletas a buscar cartones a los basurales de la CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado) cuando vieron al tren descarillado y se detuvieron a mirar lo que ocurría.

Cuando la policía llegó al lugar comenzó a disparar balas de goma: los vecinos contestaron palos y piedrazos. Inmediatamente, comenzaron los balazos de plomo. Mauricio Ramos y Franco Almirón murieron mientras intentaban huir de la balacera: el primero recibió un disparo que lo mató antes de llegar al Hospital Belgrano, mientras que el segundo falleció unas horas después.

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