El CELS volvió a denunciar a Milani por sus vinculaciones con la dictadura militar: ahora suma una nueva causa por violación de los derechos humanos. En una entrevista con Hebe de Bonafini, Milani aseguró que “jamás” torturó ni mató. Un grupo de profesores abondonó la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo.

Milani II

El nuevo informe, presentado la semana pasada por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), suma a los ya conocidos casos de Ramón Olivera – que acusa a Milani de apremios ilegales – y del conscripto desaparecido Alberto Agapito Ledo – que era su ayudante cuando era teniente y “desertó” en 1976 – el organismo le sumó el caso de Oscar Plutarco Schaller, un periodista riojano que vive desde hace 20 años en Cuba.

La ampliación de la denuncia se basa en el testimonio de la familia de Schaller, volcado en la causa 1828/00 contra Luciano Benjamín Menéndez, caratulada bajo los delitos de homicidio, privación ilegítima de la libertad, tormentos y violación de domicilio. Según el informe del CELS,  la familia allí “indica a César Milani como uno de los responsables de la privación ilegítima de la libertad de Schaller”.

Encuentro entre Hebe de Bonafini y MilaniLa denuncia del CELS se enmarca en medio del debate que generó la entrevista entre Milani y la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Bajo el título “La Madre y el General”,  el tal vez próximo jefe del Ejército negó nuevamente los supuestos delitos contra los derechos humanos que se le imputan: “Jamás, nunca, ni torturé, ni maté, ni estuve”, aseguró. En ese sentido, y con el apoyo de Bonafini, Milani vinculó las acusaciones a quienes buscan “exclusivamente perjudicar” a Cristina Fernández de Kirchner.

“Hebe, con ayuda de ustedes, el Ejército está dispuesto a ir por todos los cambios y yo quiero ser el más trasgresor“, manifestó Milani durante la inusitada entrevista.

Esto último había generado, incluso, rompimientos dentro de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo. Algunos profesores decidieron presentar su renuncia luego del encuentro entre Hebe de Bonafini y Milani. A continuación, reproducimos algunos fragmentos de la carta de dos profesores, Raquel Ángel y Alberto Gullis, difundida en el portal plazademayo.com:

“Ha ocurrido algo que, para nosotros, docentes de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, marca un límite: la bienvenida a un general imputado como genocida  -César Milani- a un ámbito que debió permanecer intocado: el de las Madres, el de los desaparecidos, el de una universidad que nació como “de lucha y resistencia”.

  • “Año tras año, la Universidad fue perdiendo su antigua substancia, aquello que la sostenía y le otorgaba sentido. Debemos reconocer, nobleza obliga, que jamás fuimos censurados por las Madres ni por ninguna autoridad de la institución. Todo lo contrario”.
  • “La quimera terminó. O los restos que quedaban, para decirlo mejor. La cara del Che, aunque siga en las fotos que cuelgan de las paredes, ya no ilumina. Ha sido reemplazada por el rostro oscuro de un represor,  cuya actuación criminal durante la dictadura fue denunciada por las propias víctimas, mientras que el CELS y otros organismos de derechos humanos, acumulan prueba sobre prueba. Hay todavía más: en la entrevista de diez páginas que le concede la revista de las Madres, “Ni un paso atrás”, el general acusado de torturador anuncia  que se propone “hacer algo con la Universidad de las Madres. Algún seminario o algún curso”. ¿Quiénes serán sus alumnos?, habría que preguntar. Es difícil imaginarlo. Casi como una premonición de lo que se venía, nuestra última clase de este año fue dedicada –no como homenaje, sino como un abrazo profundo- a los luchadores de los años 70, a esos miles de compañeros secuestrados, torturados y asesinados por la dictadura militar, de la cual este general ,hoy “blanqueado”, formó parte”.
  • “Hasta acá llegamos. Nosotros no podemos seguir. Por respeto a la lucha heroica y solitaria de las Madres en los años más sombríos de la historia. Pero, sobre todo, por solidaridad con quienes no volvieron, nuestros compañeros, en cuyo nombre hoy hablan aquellos que están en pugna con su propio pasado. Los desaparecidos no están para defenderse. Cualquiera puede, entonces, manipularlos a su antojo,  adjudicándoles proyectos  a la medida de las miserias del presente. O de sus propias miserias”.

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