Comienza en noviembre el juicio por el asesinato del Obispo Angelelli y el obispado de La Rioja es uno de los querellantes. La acusación fiscal dice textualmente: “El terrorismo de Estado actuó criminalmente bajo el amparo de la jerarquía de la Iglesia Católica en Argentina.
El juicio postergado desde hace 37 años tiene fecha ya para el 4 de noviembre próximo donde el Tribunal Oral Federal de La Rioja debatirá sobre los responsables del asesinato del Obispo Enrique Angelelli y la complicidad de la Cúpula Católica en silenciar y quitar cobertura a las víctimas del accionar terrorista del llamado “proceso de reorganización militar”.
Una de las querellas es el propio Obispado de la Rioja que reconoce e impulsa la acusación por homicidio, a diferencia de la cúpula católica que sigue sosteniendo que la muerte del sacerdote fue un accidente.
Un grupo de querellantes entre los que se encuentran la sobrina del obispo, María Elena Conseano, Luis “Vitin” Baronetto, director de la revista Tiempo Latinoamericano, y el abogado por la Secretaría de Derechos Humanos Guillermo Díaz Martínez envió una carta al Tribunal de La Rioja, luego de la muerte de Rafael Videla. En la misma se solicita que “..tengan a bien asumir la oportunidad histórica de aplicar la justicia y fijar definitivamente la fecha de inicio del juicio correspondiente.”
Serán juzgados:Luciano Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo del Ejército con jurisdicción sobre La Rioja; Luis Fernando Estrella, jefe de la Base Aérea de Chamical, y Juan Carlos Romero, a cargo del Departamento de Informaciones (D2) de La Rioja. Los que se debería juzgar, pero ya murieron son: Videla, el ex ministro del Interior Albano Harguindeguy y los ex tenientes coroneles Osvaldo Pérez Battaglia y Pedro Malagam. Quedó excluido del juicio por insania Edilio Cristóbal Di Césare, ex jefe de policía.
En este juicio se evaluará el rol de la Iglesia Católica. Hubo cartas y documentos que exponen las pruebas del de-samparo que sufrió el obispo cuando se supo del peligro que corría y las amenzas sobre su persona. Pasaron 37 años y la Iglesia en calificar este hecho desde siempre bajo la hipótesis del accidente. En la nota de Pagina 12 se lee que el querellante Luis Baronetto “señala que una de las últimas pruebas que aportaron es una carta de julio de 1976 que escribió el sacerdote Jerónimo Podestá, expulsado por el Vaticano. En el escrito dirigido al cardenal Raúl Primatesta adelanta que la vida de Angelelli estaba en peligro. “Amigos de todo orden, pero sobre todo altos oficiales bien compenetrados de la situación política y militar, me anunciaron un sombrío recrudecimiento de la represión irracional, arbitraria y me aconsejaron que me cuidara muchísimo, pues podrían pasar cosas muy desagradables (…) Un amigo militar me dijo que yo podría ser un excelente candidato para provocar terror y miedo, otros pensarán que (Vicente) Zaspe o vos podrían ser objeto de algún hecho intimidatorio. Pero otro vocero militar dijo a unos amigos que no sería yo –pues me consideran fuera de la Iglesia–, sino que el candidato de elección era Angelelli y que le quedaban pocos días.”
Un asesinato disfrazado por la Iglesia y Amenaza de Benjamin Menendez
El 4 de agosto de 1976, conducía una camioneta junto con el padre Arturo Pinto, de regreso de una misa celebrada en la ciudad de Chamical en homenaje a dos sacerdotes asesinados, Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, con tres carpetas con notas sobre los dos casos.
Según el Padre Pinto, un automóvil comenzó a seguirlos, y luego otro. Y en el paraje denominado Punta de los Llanos habrían encerrado a la camioneta hasta hacerla volcar. Después de permanecer inconsciente durante un tiempo, Pinto vio a Angelelli muerto en la carretera, con la parte de atrás de su cuello mostrando lesiones graves, “como si lo hubieran golpeado”.
Pocos días después, el fiscal Martha Guzmán Loza recomendó cerrar el caso, que calificó de “accidente de tránsito”. Otros obispos (Jaime de Nevares, Jorge Novak y Miguel Hesayne) señalaron al caso como un «asesinato», incluso durante la dictadura, pero el resto de la Iglesia guardó silencio
Angelelli fue designado obispo de la diócesis de La Rioja el 3 de julio de 1968. Su accionar estuvo caracterizado por un fuerte compromiso social, formando parte del grupo de obispos que enfrentó a la dictadura militar iniciada en la Argentina en 1976. El 12 de febrero de 1976, el vicario de la diócesis de La Rioja y dos activistas sociales fueron detenidos por los militares. Angelleli peticionó al coronel del ejército Osvaldo Pérez Battaglia, nuevo interventor de La Rioja, para obtener información sobre el vicario y el paradero de los activistas. Al no obtener respuesta, viajó a Córdoba para hablar con Luciano Benjamín Menéndez, por entonces comandante del Tercer Cuerpo de ejército. Menéndez advirtió amenazante a Angelelli: “Es usted quien tiene que tener cuidado.” Según consta en el Dossier secreto: Argentina’s Desaparecidos and the myth of the “Dirty War de Martín Andersen