Por la fecha número doce del Torneo Final, Boca y River empataron 1 a 1 en la Bombonera. Lanzini marcó el tanto del visitante y Silva el empate definitivo para el dueño de casa.
Por lo que venían haciendo en el torneo y por cómo venían jugando ambos equipos, todo parecía indicar que sería un partido tenso y luchado, donde ganaría el que se equivoque menos. Pero el gol tempranero (y récord) de Lanzini a los 43 segundos del primer tiempo, tras un gran centro de Sánchez, daba para hilar un poco más fino.
Y es que River, además, no se quedó ahí. De la mano de Iturbe, impreciso pero que buscó siempre el arco contrario, y con la firmeza de Balanta atrás; el equipo “millonario” fue superior a Boca en gran parte del primer tiempo, moviéndo la pelota y llegando al arco rival. Un par de desbordes de Iturbe y una oportunidad clarísima en los pies de Sánchez que definió por arriba de Orión pero se fue al lado del palo, fueron lo mejor y más contundente de un River que, por lo que parecía, habia salido a comerse al local.
Pero de a poco Boca, con más actitud que juego, comenzó a manejar el ritmo del partido. Sin un jugador que lleve la pelota y que clarifique el juego, el equipo de Bianchi intentó diversas variantes para lastimar a River pero ninguna surtió efecto: los laterales no complicaban demasiado, Lautaro Acosta se preocupaba más por protestar que por juegar y Silva tenía que contentarse con recibir la pelota de espaldas al arco de Barovero.
Sin embargo, como suele pasar en los partidos malos y con poco fútbol, el mínimo desequilibrio y corrimiento del monótono libreto alcanzó para que Boca llegue al empate: Walter Erviti hizo lo que nadie había logrado y pasó a dos jugadores rivales y, ya en el área, tocó para Silva que definió con calidad al otro palo del arquero. Se iban al vestuario 1 a 1 pero habiendo demostrado bastante poco.
El segundo tiempo fue peor que el primero. River se desligó totalmente de la pelota y del protagonismo, resignado por alguna extraña razón a sostener un empate que bien podría haber transformado en victoria con un poco de intención: los cambios que introdujo Ramón Díaz fueron una clara muestra de ello, al sacar a Iturbe por Mora y ni siquiera reparar en un pálido y ausente Funes Mori.
El local, por su parte, salió a buscarlo a los tumbos y tropiezos, sin claridad y sin juego. Es por eso que ni siquiera complicó demasiado a Barovero. Boca no sabe, no tiene la más pálida idea de cómo elaborar una jugada de gol, de cómo complicar y acorralar al rival; más que con empuje y actitud. Pero eso no suele alcanzar para ganar y esta fue una clara demostración de ello.
Despúes el papelón: Ramón Díaz, expulsado por el árbitro, cruzando por la mitad de la cancha mientras le gritaban “Vos sos de la B”, a lo que respondía con su característica sonrisa burlona y gestos ampulosos que él no se había ido al descenso, que él nada tenía que ver con la historia reciente de River; desmarcándose y mofándose a la vez de los miles de hinchas “millonarios” y de muchos de sus propios jugadores que sí descendieron con esa camiseta. Y al reanudarse el juego, desde todas las tribunas de Boca, comenzaron a treparse hinchas disfrazados de fantasmas con una “B” roja en el pecho, y comenzó el humo y la pirotecnia, que además de estar prohibida caía encima de las cabezas de los jugadores.
Pero como reza el anillo del presidente de la AFA: “Todo pasa”. Y el partido siguió; igual de pobre que antes, sin un técnico en la cancha, con un halo de humo en el campo de juego, con más imprecisiones, más nerviosismo y más miedo a perder que antes.
Es por eso que el empate fue justo: ninguno de los dos se animó a ganar ni a jugar a la pelota. Boca lleva once partidos sin ganar por el torneo local, aumentando fecha a fecha la peor racha de su historia; por su parte, River quedó más lejos de la punta, a la espera de lo que pase a la noche con Newell’s Old Boys de Rosario.