El fracking es una técnica para la explotación de los yacimientos hidrocarburíferos altamente contaminante que ha generado polémica y protestas a lo largo y ancho del mundo. En la Argentina, uno de los países con mayores reservas hidrocarburíferas del planeta, se extienden cada vez más estos procedimientos así como su rechazo por parte de las poblaciones locales.
El fracking o fractura hidráulica es un sistema de explotación de yacimientos de hidrocarburos que funciona mediante la inyección de agua, arena y diversos componentes químicos a alta presión para fracturar la roca madre y, de esta manera, extraer los hidrocarburos. En cada pozo o fractura se utilizan alrededor de 19 millones de litros de agua, entremezclada con productos químicos tóxicos, elementos radioactivos y metales pesados. Este procedimiento resulta más caro que el tradicional pero el aumento del precio del petróleo la ha hecho rentable, así como también la externalización, por parte de las empresas, de los costos sociales, ecológicos y económicos que la técnica conlleva.
Según la Administracón de Información sobre Energía de los Estados Unidos, la Argentina es el tercer país del mundo con los recursos más grandes de gas no convencional, por detrás de este país y de China. En su mayoría, los recursos se encuentran en la provincia de Neuquén; pero también hay grandes cantidades en partes de Chubut, Tierra del Fuego, Santa Cruz y Mendoza. Asimismo, se realizan exploraciones en Misiones, Chaco, Santiago del Estero, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fé, Corrientes y Formosa.
Sin embargo, las consecuencias ambientales de esta técnica son ya conocidas y de corto plazo: contaminación de aguas subterráneas y superficiales; además de la activación de fallas geológicas que podrían originar fuertes movimientos sísmicos. Por este tipo de cosas y en base a diversos estudios realizados, el fracking fue prohibido en Bulgaria y Francia, además de Vermont (Estados Unidos) y Quebec (Canadá); como también ha sido suspendido en numerosos países y ciudades del mundo como Nueva York y distintas ciudades del Reino Unido.
Pero en la Argentina esto no ocurre. El gobierno nacional, los distintos gobiernos provinciales y las empresas niegan sistemáticamente las graves consecuencias ligadas a la megaminería y técnicas como el fracking; ni hablar del agronegocio y la expansión de la frontera agrícola, protagonista estrella del “modelo”. Y no sólo las niegan, sino que también desautorizan y trivializan cualquier tipo de protesta de las poblaciones locales que se movilizan en contra de estos megaproyectos.
Y con la nueva YPF, desde el mismo gobierno se le ha dado un renovado impulso a la explotación del gas no convencional (shale gas) de la mano del fracking o fractura hidráulica; como sucede, por ejemplo, con los proyectos en conjunto con empresas norteamericanas para explotar los yacimientos de Vaca Muerta, en Neuquén.
El 26 de diciembre de 2012, vecinos y organizaciones afincadas en la ciudad rionegrina de Cinco Saltos, habían aprobado por unanimidad una ordenanza para prohibir el fracking en la ciudad; lo que constituía un gran precedente para las luchas anti-mineras en el país. Sin embargo, días atrás la intendenta Liliana Alvarado vetó la norma alegando que los concejales “se tomaron atribuciones que no les corresponde ya que por ley los recursos petroleros son de la nación y las provincias”; decisión fervientemente aplaudida por el gobernador Alberto Wereltinek, Miguel Angel Pichetto y el resto del Gobierno Nacional.
Asimismo, se han anunciado recientemente tres proyectos cerca de Comodoro Rivadavia para la exploración de gas no convencional; muestra de que, lejos de estar preocupados o conscientes de los riesgos ambientales que produce este tipo de técnicas, la lógica y racionalidad que subyace a la hora de emprender y llevar adelante este tipo de megaemprendimientos es muy distinta a la de las poblaciones locales, por lo que se puede preveer un aumento en la utilización del fracking en la Argentina al mismo tiempo que la radicalización de las luchas y protestas por el costo ambiental y económico que acarrearán.