El lunes arrancó la “conferencia final” que trata las negociaciones en Nueva York a fin de concluir el primer tratado internacional de las Naciones Unidas relacionado al control de la venta de armas convencionales, luego de frustrarse en julio de 2012. El objetivo es regular y reglamentar el multimillonario negocio de armas a nivel mundial. Acuerdo que la fuerte corporación pro-armamento de EE.UU incita a Washinngton a rehusar.

En julio pasado, se obtuvo un compromiso de proyecto de tratado, aunque países como Estados Unidos, Rusia, China, India y Egipto pidieron más tiempo para un análisis.

Hasta el 28 de marzo los 193 Estados miembros de la ONU tienen plazo para evaluar frente a cada transacción, si las armas en venta son empleadas para perpetrar violaciones de los derechos humanos, ataques, guerras o crimen organizado. Negocio de más de 70 mil millones de dólares por año para todas las armas convencionales, livianas y pesadas (armas de mano, rifles de asalto, buques de guerra, tanques y helicópteros de ataque).

“Debe incluir las municiones… una de las cuestiones esenciales”, destaca el canciller finlandés Erkki Tuomioja refiriéndose al tratado.

Ban Ki-moon, secretario general de la ONU expuso sobre un “tratado sólido y eficaz”. “La ausencia de reglas en el comercio internacional de armas es inexplicable”, expresó, evocando que otros sectores tienen una normativa al respecto. “La violencia armada mata anualmente medio millón de personas, de las cuales 66.000 mujeres y niños”, manifiesta.

El Departamento de Estado de Norteamérica expresa que Washington rehúsa hasta ahora la incorporación de municiones en el tratado. A nivel global ese producto tasado en u$s 4 millones anual. EE.UU produce la mitad de las municiones que se venden en el planeta.

Llegar a un acuerdo sobre el control de armas beneficiaría económicamente a países perjudicados, por ejemplo África por la violencia armada pierde aproximadamente u$s 18.000 millones por año, mientras que China e India lideran los países importadores.

Activistas defensores del control de armas y de los derechos humanos declaran que una persona muere cada minuto en el mundo como desenlace de la violencia armada.

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